Me dijeron, me comentaron, me explicaron detalladamente que se organizaba una fiesta celebración, comida, degustación, banquete bailable y/o pitanza típica catalana en Valls, que por precio módico se ofrecía ida y vuelta en autobús, todo incluido.
Aquel que haya vivido en éstas tierras tarragoninas un cierto tiempo, un año al menos, ha probado las cebollitas dulces entrañables. En privado, familias, compañeros de trabajo, jóvenes, viejos… todos, de noviembre a marzo asan, en modernos jardines o antiguas masías, manojos del exquisito manjar y lo acompañan con carne de cordero, de cerdo, salchichas con alubias blancas, alcachofas asadas y vino, cava y crema catalana de postre. O se va a un restaurante y allí te ponen el babero y todo y más que desees cuantas veces quieras. Vale, a mí me encantan y he ido a unas calçotadas y a otras. Pero en ésta ocasión me surgió una curiosidad repentina: ¿quién habrá sido el primero en tomarse el trabajo de calzar las cebollas y recogerlas un mes después? “Todo el mundo“ sabe que es comida original de la pagesía después de recoger la uva, asando los calçots con los sarmientos cortados de las vides, pero… ¿si hubiera alguna historia escondida? Supe que tendría que buscar entre pergaminos polvorientos, en viejos y olvidados almacenes de lejanas ciudades y pueblos desconocidos para hallar otras verdades. ¡Siempre una historia o leyenda tiene varias versiones!
Me puse, incansable, a chapotear la historia (léase busqué en internet de la mano de Google) y tengo valiosos resultados para compartir con quién quiera leer hasta el final.
En esos momentos contacté con una reportera intrépida, Mari, para que fuera testigo fiel y trajera pruebas documentales y fotográficas que acreditaran que la calçotada vallense anunciada, reunía los requisitos establecidos por las normas no escritas, mientras los antiguos registros que iban apareciendo al rebuscar en sótanos oscuros, podrían ser estudiados y puestos en orden cronológico para la reflexión, análisis y conocimiento público.
Desde Salou la escritora abnegada viaja hasta PANONIA (antigua Hungría) para enterarse de los descubrimientos arqueológicos que han sido hallados en la ciudad de Briguetio (Szony –Hungría). La distancia no es inconveniente, 2.570 kms no disuaden en su propósito a quién quiere obtener resultados interesantes. (Un poco exagerado…)
Mientras tanto en Valls:
Se esperaban noticias saboreando apetitoso almuerzo y se visitaba dulce fábrica de galletas, inquietos aparecen los comensales sin saber, aún, el origen de las calçotadas.
Desde mirador lejano, envuelta en viento gélido entre la nevada persistente, la escritora abnegada encuentra y toma nota minuciosa de datos y más datos:
PANONIA
BRIGETIO (Szony, Hungría)
Panonia era una antigua región del Imperio Romano, ubicada en Europa Central y recorrida por el río Danubio, que corresponde actualmente a la parte occidental de Hungría y la oriental de Austria. Estuvo habitada por tribus de etnia iliria, quienes eran un pueblo de raza indoeuropea que hasta ahora poco se conoce pero de gran importancia en Europa Central. Panonia fue conquistada por Roma entre 35 y 10 a C, siendo fuertemente e intensamente romanizada. Luego sufrió el choque de incontables invasiones bárbaras. Las ciudades principales de Panonia de la época romana son Vindobona (Viena, Austria), Carnuntum (Petronell, Austria), Brigetio (Szony, Hungría) y Aquincum
(Buda, Hungría).
Posted by Thor (junio 2.010)
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El origen romano – el porrus capitatus
Hay evidencias que muestran que los romanos ya comían calçots. En una excavación en la ciudad húngara de Brigetio, durante el mes de agosto del año 2000, el arqueólogo húngaro Lázló Borhy encontró una pintura curiosa que mostraba a un hombre comiendo porrus capitatus, los actuales calçots, en la típica posición: mano alzada, mirando hacia arriba, e introduciendo el calçot en la boca. La pintura data del siglo III de nuestra era, y según indican él y la también arqueóloga Isabel Rodà, debido a la vestimenta del hombre, éste sería un esclavo. Aparecen también otras pinturas que sostienen cuencos con una salsa anaranjada, con lo que el acompañamiento tampoco sería un descubrimiento nuevo
Existen múltiples escritos que hacen referencia a los porrus capitatus, lo que hace suponer que no fue un caso aislado, sino más bien una costumbre en el imperio.
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El origen vallense – Xat de Benaiges
A continuación datos más caseros:
Se dice que el descubrimiento de los calçots se debe a un agricultor de Valls apodado “Xat de Benaiges” (pronunciado “Chat”), quien, a finales del siglo XIX, quemó unas cebollas viejas en el fuego. En vez de tirarlas las peló y probó, descubriendo que su interior era muy dulce y poco fibroso. No hay ninguna documentación que acredite esta historia. Se ha solicitado información de carácter fiable a la Cámara de Comercio de Valls, y a la IGP “Calçot de Valls”, y no hemos obtenido ninguna respuesta concluyente. Sin embargo, y gracias al archivo municipal de Valls, sí que disponemos de documentación que acredita la existencia de los calçots en esta población a principios del siglo XX. No así de la existencia del “Xat de Benaiges”, una historia que empezó a circular en los años 40 del siglo pasado.
Tanto si el origen es vallense o romano, tanto si es del siglo III o de finales del XIX, lo que es innegable es que Valls es, hoy en día, la capital mundial del calçot, y la Unión Europea distingue su calidad con la concesión de una Indicación Geográfica Protegida.
Consumo de los calçots
Los calçots son fruto de la tierra. Como tal, cuando son recolectados presentan tierra adherida, raíces, etc. Si van a ser dedicados al consume mediante la calçotada tradicional, no es necesario hacer nada. NUNCA debe cortarse el nudo final del calçot; sólo las barbas (las raíces).Una vez que hemos asado bien los calçots en llama viva de sarmientos, procederemos a pelarlos. Esto se hace con una leve presión en la punta (donde estaban las raíces), y estirando a la vez de las hojas centrales. Así el calçot sale entero y completamente limpio. Una vez pelado, se untan en la salsa de calçots.
Cultivo del calçot
Las cebollas, y por consiguiente también los calçots, son plantas de dos ciclos. Se obtienen las semillas a finales de junio o principios de julio, que después de dejar secar se plantan en diciembre. El plantel se obtiene en febrero, época en que se trasplanta, un año después obtenemos la cebolla blanca que arrancamos del suelo y dejamos secar, tirada en el campo, hasta que caen sus hojas y raíces. Hacia mediados de agosto o principios de septiembre se plantan las cebollas ya con vistas a calzar y conseguir calçots.
www-calçots.com
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El cómo y el cuanto asar el calçot tiene una ciencia apoyada en la experiencia; esto nos contaba Mari de la calçotada en Valls: “Éramos setenta y tres personas, y nos dieron a repetir todas las veces que quisimos, siempre estaban en su punto”.
Resumiendo señores. En Valls las calçotadas son estupendas… está cerca y hace buen tiempo. Repitamos una y otra vez ahora que lo sabemos todo sobre tan ilustre alimento. Tenemos certeza de que son auténticos por su sabor, su estilizada figura que nos entregan envueltos en humo condensado que nos exige una manipulación cuidadosa y posterior lavado de manos concienzudo, lo que hace más que una comida, la fiesta que todos ansiamos en compañía de amigos.
Vemos pues que la misión de conocer de una vez por todas el origen real de las posibles leyendas que rodean a la dulce cebollita, no tiene un resultado definitivo, pero ha sido muy divertido el intentar encontrarlo.
Fotos via Mari.
Teresa Ros, Febrero 2016